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LAS ELECCIONES MUNICIPALES EN ESTA ISLA (1879)

LA ASOCIACIÓN
PERIÓDICO POLÍTICO INDEPENDIENTE
Santa Cruz de La Palma 4 de Junio de 1879
DIRECTOR V .ADMINISTRADOR, D. ANTONIO DIAZ MARTIN
Redacción y Administración, Trasera, núm. 12. - Sta. Cruz de la Palma

(La transcripción del artículo es literal)
LAS ELECCIONES MUNICIPALES EN ESTA ISLA

         Nadie ha olvidado todavía ni es fácil que se olviden en esta isla los escándalos cometidos en las secciones del Paso y los Llanos en la última elección de diputado á Cortes; nadie ha olvidado aun que en el Paso, después de haberse recorrido durante muchas noches á altas horas las casas de los electores, consumándose á veces verdaderos allanamientos de morada, y empleádose inútilmente para con ellos toda clase de supercherías, sobornos y amenazas, se apeló al vergonzoso recurso de abrirse aquel colegio antes de salir el sol, colocándose previamente á sus puertas una multitud de hombres armados de palos, cuchillos y algunos de rewolvers y encima otros con enormes piedras, cuyos hombres fueron llevados en su mayor parte de los pagos de Argual y Tazacorte, sin tenerse siquiera en cuenta que hay entre los habitantes de estos pagos y los de la villa del Paso antiguas antipatías, que podían hacer más temible el conflicto que se provocaba, y los demás de esta ciudad y otras localidades de la isla, viéndose entre ellos algunos de Lanzarote y Fuerteventura que residían aquí, porque en donde quiera que hubo en la isla un hombre que supiese manejar un garrote ó una navaja, allí se fue á ofrecérsele dinero y toda especie de protecciones para que acudiese al Paso á contribuir á la obra de la regeneración que iba á emprenderse en nombre de nuestro gran regenerador Sr. Villalva; nadie ha olvidado aun cómo se conjuró aquel grave conflicto que nuestros regeneradores fueron á provocar precisamente en uno de los pueblos más honrados, más dignos y más pacíficos de está isla; nadie ha olvidado aun el escandaloso encantaramiento que allí tuvo lugar y la elocuente protesta contra tan inauditos atropellos hecha por la mayoría de los electores de aquella villa, hombres de los más distinguidos de la misma, entrando todos reunidos en esta ciudad al siguiente día de aquel en que tuvieron lugar esos tristemente célebres acontecimientos, para levantar aquí un acta notarial acerca de los mismos y denunciar criminalmente aquellos delitos. Nadie ha olvidado tampoco aun que después de haberse verificado la elección en los Llanos con arreglo á la ley y publicádose el escrutinio todo lo cual presenciaron infinitas personas, fueron rehechas las actas, apareciendo como volantes por el Sr. Villalva electores que consta en actas notariales, y es público y notorio, que votaron al Sr. Verdugo, sobre cuyo delito, que por las circunstancias que en él concurren, demuestra una gran perversión del sentido moral en los que lo aconsejaron, se sigue también causa criminal.

        Nadie ha olvidado aquí ninguno de esos escandalosos hechos, ni se ha atrevido ni se atreverá jamás entre nosotros á negarlos, ni siquiera á disculparlos de manera alguna; pero en el tenaz y ya ridículo empeño de hacer creer fuera de esta isla que todos somos en ella punto menos que vasallos de ciertos caballeros particulares, se ha escrito á las demás y aun á Madrid y se ha hablado en esos puntos por los agentes de esos caballeros, intentándose que pase allí la absurda especie de que cuánto sobre esos desmanes se ha referido es un ardid para disimularla derrota del Sr. Verdugo, ó, más bien del partido que le votó aquí.

         Nosotros creemos que semejante especie se habrá oido fuera de aquí por todos con la sonrisa de la compasión en los labios; pero si acaso ha habido algún espíritu superficial que le haya dado ascenso, el resultado de las últimas elecciones municipales en aquellos pueblos y el resto de esta isla hará caer al fin la-venda de sus ojos.

         En efecto, el Paso (cuya villa, como es sabido constituye por sí sola una sección en las elecciones de diputados) tiene 377 electores para las municipales; de estos 377 electores deben contarse 103 entre muertos, imposibilitados y ausentes; hay 24 que no toman parte en ninguna elección por partido alguno y 202 han votado la candidatura del partido á que presta su humilde apoyo LA ASOCIACIÓN. Restan 48 electores, de los cuales, una parte son llevados á las urnas por los caballeros particulares de que hemos hablado y la otra por dos ó tres caciques del pueblo; pero esos 48 votos no bastan á sacar la minoría en aquel ayuntamiento, y he ahí por qué esa insignificante fracción se abstuvo de votar en las últimas elecciones.

Y hay que observar aquí otra cosa: las actuales listas fueron confeccionadas bajo la influencia de los caballeros particulares á que nos referimos, y nadie ignora en la villa del Paso que se ha dejado de incluir en ellas á muchas personas que tenían derecho á ser electores y se ha incluido á otras que no tenían derecho á ello. Si esas listas se hubiesen hecho con arreglo á la ley, es perfectamente verosímil que esos caballeros y esos otros caciques reunidos, á pesar de tener aquellos una gran parte y éstos todas sus propiedades en dicha villa, no pudiesen llevar allí á las urnas una docena de votos. No se atreverá, seguramente, ninguno de ellos á sostener ante el público lo contrario.

         Y sin embargo de todo, aun se intentó por la osada camarilla que impera en esta isla hacer algo en el Paso en la reciente elección municipal: el alcalde (que pertenece al bando de los regeneradores) manifestó á última hora que no podía presidir la mesa interina por hallarse enfermo, y á pesar de su enfermedad, se estaba paseando en la plaza de modo que le viesen todos. Claro está que de esa manera el alcalde se exponía á incurrir en responsabilidad criminal; pero ¿qué importaba á la camarilla que llama á aquel hombre su amigo que éste se viese envuelto en un proceso, si de ese modo podía lograr su objeto, que no era otro sino el de ver si los directores del partido que allí tenía la mayoría cometían la indiscreción de hacer que presidiera la mesa e! tercer teniente de alcalde, que les era adicto, p)ara sacar de todo ello un pretesto con que solicitar la nulidad de la elección, contando con el incondicional apoyo de gran sanhedrín de la capital? Por fortuna para el alcalde y para todos, ese alcalde escuchó los leales consejos de algunos verdaderos amigos suyos y abrió el colegio á la hora señalada por la ley y presidió la mesa, con lo cual quedaron allí frustrados los planes de la camarilla que ha soñado con someternos aquí á todos á una perpetua dominación.

         ¿Queda todavía alguna duda respecto á las influencias y las simpatías de los regeneradores en el Paso? ¿Están ahora esplicados los atropellos que cometieron allí en la anterior elección? ¿No se ve ya claramente que la desdichada camarilla que impera en esta isla se propuso ganar en aquella sección á todo trance, costase lo que costase, sucediese lo que sucediese, la elección de diputado, porque así convenía á sus intereses particulares? ¿Se podrá ahora seguir diciendo fuera de esta isla que cuánto sobre aquellos hechos se ha referido era un ardid para disimular la derrota del partido que aquí votó al Sr. Verdugo? Con cierta clase de supercherías se podrá estraviar la opinión por algún tiempo, pero no para siempre: la verdad triunfa, se abre por fin paso por entre todas cuantas supercherías puedan acumularse para oscurecerla, porque esto es una ley inmutable de la naturaleza humana.

         Componen la sección de los Llanos esta villa y los pueblos de Fuencaliente, Tijarafe y Puntagorda. Verificóse allí la elección de diputado con entera legalidad y obtuvieron el Sr. Villalva 78 y el Sr. Verdugo 33 votos. Esto fue presenciado infinitas personas honradas; pero á pesar de todo, se falsifican las actas, y aparecen el Sr. Villalva con 141 votos y el Sr. Verdugo con 3. Todos los electores del pueblo de Fuencaliente que fueron á los Llanos (quince) votaron al Sr. Villalva: ésto es público; pero es igualmente público que el partido que en los Llanos votaba al Sr.Villalva no tiene otra mayoría que la de esos cuantos individuos á quienes indebidamente se ha incluido en aquellas listas, mayoría que no tendría tampoco si se incluyese á todos los que indebidamente se ha incluido; que el partido contrario en aquella villa al que votó al Sr. Villalva tomó parte también en la elección y que de los pueblos de Tijarafe y Puntagorda fueron á votar lodos los que vivían y no estaban físicamente imposibilitados para ello ó ausentes.

          Ahora bien: la sección de los Llanos tiene l59 electores; estos 159, según el escrutinio que, como hemos dicho, presenció el público, tomaron parle en la elección 111 (78 por el Sr. Villalva y 33 por el Sr. Verdugo); de 159 á 111van 49; es perfectamente verosímil que este último fuese el número de los muertos, físicamente impedidos para votar y ausentes. Pero, según la falsificación á que hemos hecho referencia, votaron allí 144 electores, (141 por el Sr. Villalva y 3 por el Sr. Verdugo); de 144 á 159 van 15: ¿es verosímil que entre cuatro pueblos que se comunican por caminos largos y peligrosos y de cuyos pueblos van constantemente multitud de individuos á América, no hubiese el día de la elección más que quince electores entre ausentes, físicamente impedidos para llegar hasta el colegio y muertos?

          Pero hay más todavía: para el nombramiento de interventores en aquella sección firmaron ó hicieron constar sus votos en actas notariales en favor de los adictos al Sr, Verdugo 38 electores; á saber: en los Llanos 22, en Tijarafe 7 y en Puntagorda 9. ¿Cómo se esplica que en ocho días treinta y cinco de esos treinta y ocho electores se pasasen al bando contrario? ¿Qué palabra ó qué pluma tan elocuente fué esa que en tan corto espacio de tiempo pudo verificar semejante conversión? 

         Mas la consideración de que todo eso y mucho más debía pensarse fuera de aquí, porque fuera de aquí habían de verse las cosas sin ningún género de apasionamiento, con entera serenidad de espíritu, con verdadera imparcialidad, no fué bastante á impedir que ciertos espíritus estraviados intentasen demostrar en las demás islas y en Madrid que la elección á que nos referimos fué hecha con toda legalidad; y como la verdad triunfa al fin de toda clase de supercherías, las recientes elecciones municipales han acabado de hacer ver lo que hay de cierto en este punto: en Tijarafe y Puntagorda, lo mismo que en el Paso, los coaligados se han retraído de las urnas, y la candidatura del partido á cuyo lado está nuestro periódico no tuvo oposición. ¿Cómo se esplica que del 20 de abril al 25 de mayo últimos, es decir, en el espacio de treinta y cinco días se hubiese verificado en aquellos dos pueblos tan sorprendente cambio? Entre éstos y los Llanos obtiene el 20 de mayo el Sr. Verdugo sólo tres votos: á los treinta y cinco días el partido que se pretende que en la elección de diputados cuenta en aquella sección solamente con tres votos, obtiene en dos de sus pueblos en las municipales un considerable número de ellos y el contrario no se presenta siquiera á votar. ¿Puede estar ya más claro lo que pasó en la sección de los Llanos en la última elección de diputados? ¿Habrá aun quién se atreva á ir diciendo fuera de esta isla que esa elección fué aquí legal? Lo hemos dicho y lo repetimos: con cierta clase de supercherías se podrá extraviar la opinión por algún tiempo, pero no para siempre: la verdad triunfa, se abre al fin paso por entre todas cuantas supercherías puedan acumularse para oscurecerla, porque ésto es una ley inventable de la naturaleza humana.

         Y sin embargo de todo eso, el Sr. Villalva hará cuánto esté de su parte por que su acta se apruebe, y sin escrúpulo de ningún género se sentará, si lo logra, en el Congreso y el sanhedrin de la capital aplaudirá la discreción del Sr. Villalva; pero ¿cómo se llama ésto? ¿A qué no lo dice El Constitucional?.